A
pesar de múltiples cirugías las arrugas persisten en
el rostro de Rosenda aunque no las quiera ver en esta mañana de
hallazgos, de profundas meditaciones que en silencio vagan de un
lugar a otro de su mente, hasta llegar al lugar del encuentro frente
al espejo, donde todos los desfiladeros quedan cerrados y sin
escapatoria posible, las trampas dejadas por cada pasos a lo largo
del camino ahora diseminadas con exactitud cronológica están
allí.Pasa los dedos suavemente sobre los límites del otro rostro
sobre el espejo en un diálogo de reflejos mudos, donde la luz que
penetra por la ventana sirve como testigo excepcional al supremo
momento de la verdad.
-He
vivido demasiado rápido sin detenerme un momento y mirar atrás
,sin percatarme de que todo transcurrió tan fugaz como una estrella
que pasa ante nuestros ojos.
Con
la yema de los dedos palpa las casi invisibles cicatrices que dejó
el bisturí en su frente, tras la última imnovación del cirujano y
las comparó con las que arranca la propela de un barco a las olas del
mar, camino a las mejillas encontró las curvas pronunciadas en la
comisura de sus labios y quedó mirando las finas lineas que se dibujan bajos sus parpados como hace una madre a su
pequeño hijo.
Sabía
que se trataba de la máxima conspiración conocida por los
humanos,el tiempo presente y sin regreso en cada destello de vida
acumulada, una lágrima invisible aparece en su memoria y cierra los
ojos no quiere ver ,se resiste a la sumatoria del tiempo
transcurrido,se aferra al recuerdo como hace un mar revuelto a las piedras
del fondo, a las gaviotas que en continua picada viajan al límite de
lo desconocido.
-A
pasado mucho tiempo desde entonces...
Estiró
lo más que pudo los brazos como para alcanzar un pasado de luces ancestrales sin percatarse que el tiempo en su marcha
inexorable viaja a la par del futuro que todo lo envuelve con su
manto.
-
Tan perfumado como siempre ese traje te sienta muy bien,la tela es
tan suave y elegante.
Deslizó
aquellos dedos finos y suaves que terminaban en unas uñas
perfectamente cuidadas sobre los botones de la manga y continuó
ascendiendo muy lentamente hasta llegar a los
hombros, recostó su cabeza menuda y frágil sobre el pecho y pudo
escuchar perfectamente los latidos de un corazón conocido que
cortaba su respiración y pensó escapar ,correr, alcanzar el otro
extremo del espejo pero quedó inmóvil junto a él que la miraba
como antes, con una mezcla de extraña quietud y desconcierto y se
dejó llevar como siempre a la gloria compartida.