Cuatro pomos de cristal de boca ancha que alguna vez sirvieron de recipiente a dulces caseros de naranja y toronja, ahora sirven de búcaro para las flores recolectadas en el jardín desde la tarde anterior, puestas al sereno para mantener su lozanía, el regalo de la naturaleza cumplía el propósito de amor mas allá del momento inimaginable en que desaparecen las fronteras trazadas por el hombre. Prácticamente es imposible olvidar las manos de la abuela, las mismas que bordaban los paños de cocina o las que diligentes servían la sopa humeante de los domingos ,en aquellas finas cazuelas traídas desde España por sus padres y que resistieron los embates de la travesía por barco, el intento de robo en el puerto ,la caída de una carreta tirada por caballos o el sobresalto de un mal sueño una noche en que la fuerza de un violento huracán caribeño arranco de cuajo las ventanas de la cocina , cada espacio tiene su propia historia y una reliquia la vida que alguien debe contar.

Continuará....